Volviendo a las reseñas infantiles, hoy os voy a hablar de FEROCES VIKINGOS, un juego de Wolfgang Diercherl para dos a cinco jugadores, a partir de 6 años y con una duración aproximada de 20 minutos (aunque en la caja ponga 10-15').
Los componentes son buenos y el juego ocupa poco espacio |
En primer lugar, lo que más me ha sorprendido de este juego es que utiliza la mecánica de subastas, algo inusual en los juegos infantiles y lo hace de una manera sencilla. Sólo por eso ya vale la pena para enseñárselo a los más pequeños de la casa.
¿CÓMO SE JUEGA?
Disposición inicial del juego |
Al empezar, se sitúan los tres barcos en fila al azar, con un tesoro en cada barco y al lado la aldea. Se reparten ocho cartas a cada jugador y se sitúan en el centro de la mesa el resto de tesoros, el mazo de cartas y el dado especial.
El jugador que ponga la mirada de vikingo más fiero empieza. Lanza el dado y hace la acción que dicte, que puede ser:
- poner un tesoro en el barco rojo
- poner un tesoro en el barco amarillo
- poner un tesoro en el barco azul
- poner un tesoro en el barco que quieras
- robar carta todos los jugadores
- el primer barco llega a la aldea
Luego le toca al siguiente jugador.
Las cartas pueden ser de cuatro tipos: vikingos amarillos, azules, rojos o comodines (las mejores).
los cuatro tipos de cartas |
Las cinco primeras acciones están claras. Lo interesante se sucede cuando un barco llega a la aldea. En ese momento, el jugador que ha sacado la aldea en el dado inicia la subasta ofreciendo las cartas del color del barco que ha llegado que crea oportunas o pasando. Los demás jugadores, en sentido horario, podrán pasar o superar la oferta hecha por el primer jugador. Cuando todos los jugadores hayan tenido su turno en la subasta, quien haya pujado más alto se lleva todos los tesoros del barco pero, a cambio, entrega sus cartas ofrecidas, que van al descarte. Los demás jugadores recuperan sus cartas, el barco se va a la última posición de la fila de barcos y continúa el juego.
Al contrario que en otros juegos (sobretodo de mayores), sólo hay un turno por jugador en cada subasta. Es decir, que el primer jugador no puede sobrepujar lo que haya ofrecido el último.
Cuando se inicia una subasta, los jugadores deben sopesar si vale la pena perder muchas cartas o no en función de la cantidad de tesoros que lleve el barco que ha llegado a la aldea. Otro factor a tener en cuenta es la cantidad de cartas que le queden al resto de jugadores, sobretodo si eres el primero en pujar. Igual tienes cinco cartas del tipo necesario para la subasta y con tres te sobra para ganarla.
Aquí, el jugador ganador ha tenido que utilizar cinco cartas, aunque por cuatro tesoros valía la pena |
Un buen consejo es ofrecer siempre las cartas del color que pide la subasta aunque estés convencido de que no vas a ganarla. Así fuerzas a los demás jugadores a gastar más cartas para llevarse la subasta y tú recuperas estas cartas para rondas posteriores. Otra cosa es poner comodines. Éstos últimos hay que jugarlos de forma inteligente porque son los más valiosos. No los desaproveches con barcos que sólo traigan un tesoro.
La partida va transcurriendo hasta que a un jugador le salga barco en el dado y ya no queden tesoros por poner. En ese momento la partida termina inmediatamente y el jugador con más tesoros es proclamado vencedor. En caso de empate, gana el jugador que le queden más cartas.
¡Y nada más, espero que os haya parecido interesante!
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